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domingo, 30 de octubre de 2011

un poema de Hala Mohammad




4
A recobrar el aliento
como un ave al emprender su larga migración,
una poeta del Iraq posa en Damasco.

La poeta del Iraq
cinco años antes
de Bagdad había salido
sola

en Damasco vivió
cinco años
sola

y a volar se echó sola

a arremeter contra las nieblas
tan arriba que ni el águila
hasta allá puede fijar su vista

la poeta
ya nos es la presa de nadie cuando vuela
ha alcanzado
la plenitud de sus derechos

y recatadamente los degusta
sin mostrar cuánto apetito de ellos siente

los paladea con prudencia
con asombro tal vez
sabor de ciudadano
que se siente en una patria

cada paso
funda para ella una memoria
nueva
en lo nuevo
cada sol
cada niebla

que cada cosa nueva
ser nueva pueda

menos la patria

despierto de mi sueño
y me aterra el suyo tan profundo allá
su alejamiento me extenúa

la enormidad de sus sueños
el impacto de costumbres
y de rostros
y las carencias nuevas

también yo mis prevenciones trago
y con poco me contento
yo aquí

después de su viaje
en cinco noches
leí sus versos
y lloré
porque ni yo conocía su Bagdad
ni conocer pudo ella mi Damasco

en un callejuela
una barriada
en un estado americano
pasea ahora
en un inglés por la lengua materna atormentado

enseña su Bagdad allá

es un párrafo más
en el libro del exilio

no dejo aquí lágrimas mías
sino un eco de las lluvias
sobre aquella poeta
que en el Cham su Bagdad había perdido.


N.T. El Cham es desde tiempos remotos un nombre alternativo dado a la ciudad de Damasco y al país que la rodea.



Hala Mohammad

Traducción de Juan F. Jiménez

sábado, 29 de octubre de 2011

el poder se oculta bajo tu cama



"Magnífica película de intriga (...) consigue enlazar dos elementos que se repelen: por un lado, la descripción de alguien mezquino, depravado e inhumano, y por otro, que el espectador sea en cierto modo su cómplice" (E. Rodríguez Marchante: Diario ABC)

jueves, 27 de octubre de 2011

el escolta



¿Qué será ahora de los guardaespaldas de Pedrojota?... ¿los despedirá o no los despedirá?... Lo dudo.




El escolta


Escolta privado
Indica su placa
Aunque
Realmente
Parece mayordomo
A jornada completa
(Conduce el coche blindado
Compra los periódicos
Acarrea la compra
Transporta las maletas
Lleva a los críos al cole
Acerca a los señores
A la cancha de pádel
Pasea al perro
Etc. etc. etc.)

Es mi trabajo,
así están las cosas,
y que no falte

Alega

Desde luego
No le interesa el final
De la violencia

Pero
¿Y su protegido?
El jefe
¿Quiere
Sinceramente
El fin de ETA?

lunes, 24 de octubre de 2011

tres poemas de U Sam Oeur





Los jemeres nos forzaron a construir represas, canales y diques, forzaron a miles de hombres como esclavos a construir una gran represa en un lodazal. Durante un mes, no podía imaginarme una idea tan estúpida, así que mascullaba: “Esta represa se la llevará el primer monzón.” El jefe de mi grupo, llamado Sok, me oyó murmurando y le informó a un alto mando jemer que yo me estaba burlando de ellos, y por eso me envió de nuevo a las fosas comunes (Sok me contó esto después de que Pol Pot fue derrocado por Vietnam en febrero de 1979, y camino a casa pasé por su aldea). Pero el hombre de la carreta tirada por un buey que nos llevó, nos abandonó, sin comida ni nada, en un sitio desierto a la orilla del río Mekong. Yo me puse a pescar y conseguí un montón de pescado para la familia. A las dos semanas me enfrenté a una cobra enorme. Recuerdo que mi madre me contó desde otro reino que en mi viaje a través de tres selvas, encontraría una serpiente así. Me dijo que le hablara a la cobra como a una naga (serpiente sagrada), si no me picaría y me mataría. “No comas serpientes en esos días”, me advirtió mi madre.


LA COBRA BÚFALO DE AGUA Y EL PRISIONERO DE GUERRA


Trabaja, trabaja —talando árboles, descuajándolos, despejando monte,
transplantando arroz, sin un momento para descansar.
Al mediodía, solo, cuando despejaba un cañaveral,
una bella cobra negra

abrió su capucha frente a mí, demostrando su poder.
Pensó que yo era su enemigo.
“¡Es bella, como en las películas indias!”,
exclamé en voz baja con las rodillas temblorosas.

“¡Oh, cobra! Tu carne y tu sangre son de verdad
la carne y la sangre de Buda.
Yo soy sólo un prisionero de guerra
pero no soy tu alimento.

Tú, cobra, eres libre,
y si mi carne es de verdad tu sangre,
defiéndeme con los espíritus de esta laguna
para llevarme a los tres refugios del Buda.

La cobra me miró fijo con amorosa bondad
y luego bajó la cabeza.
se alejó hacia el sur deslizándose en la laguna
y yo volví al trabajo de sobrevivir.





Después de que Vietnam invadió Cambodia en noviembre de 1978, en febrero de 1979, mi familia y yo emprendimos camino hacia nuestra casa en Chbar Ampeou (campo de caña de azúcar). En Wat Prek Dambok vi esqueletos de niños colgando de un árbol krasang marchito.


EL ÁRBOL KRASANG EN PREK PO


En el 75 el árbol krasang estaba florecido
y dio fruto para la sopa de toda la aldea.
Para el 79 se había marchitado y sus espinas
estaban adornadas con cabello de bebés, su corteza manchada con sangre.

En el 75 al árbol krasang lo rodeaban
personas buscando refugio.
Para el 79 lo rodeaban
esqueletos de bebés machacados

contra el tronco por los utapats.
Los utapats dijeron: “Para aniquilar
la hierba, arránquenla diariamente”. ¡Oh, hierba!
¿qué pecado ha cometido la hierba?

Después de la invasión vietnamita
seguí el río Mekong hacia mi casa.
Me detuve, exhausto, enfermo, a descansar aquí,
en el segundo piso de un ashram abandonado.

Me eché a dormir en una completa oscuridad,
pero los cráneos aplastados me hacían temblar.
Medio dormido, oía los lamentos de las almas
de los niños pidiendo una explicación:

“¡Ma! ¡Oeuy! ¡Oeuy! ¡Ma! ¡Ma!
¿Qué hicimos mal?
Los utapats nos asesinaron,
agarrándonos de los pies
para destrozarnos sin piedad,
rompiendo nuestros cráneos
contra el árbol krasang.
Nuestra desgracia fue haber
nacido en medio de una guerra
para nunca ver las caras de nuestras madres.
¿Qué querían de nosotros los utapats?
¿Por qué estaban contra los hijos de Dios?
¡Cómo se atreven a menospreciar a Dios!

Esa noche, permaneció conmigo el olor de la sangre.
Al amanecer, bajé y encontré una gran capa de vainas de arroz
manchadas con sangre hasta un metro de profundidad
evidencia de una masacre más reciente.

Luego oí el alma ahogada del árbol krasang
empapado con la sangre de los niños. Los utapats
habían matado sus frutas con el fruto de nuestras entrañas.
Ninguno pudo escapar.




PESADILLA


Enrollado en la cama, hecho un ovillo
como un bebé en el vientre,
deseo que ellos jamás
crucen las fronteras.

Desorientado, de algún modo me hallo a mí mismo
al borde del bosquecillo de bambú
a campo abierto.
Y el retumbar de los tanques
y el trepidar de las pisadas de los soldados
vibra en cada espina del bambú.

Pronto los gritos de
“¡Cójanlos!
¡Cójanlos vivos!”
remueven mi sangre,
hacen que entrechoquen mis rodillas.

Me quito la camisa,
escondo el rostro,
abrazo un tronco de bambú,
retengo mi respiración,
deseo de nuevo:
“¡Oh Dios, cambia su parecer!”

Mientras se acercan más y más
Me vuelvo más y más pequeño
Lo suficientemente pequeño para entrar en el tronco de bambú.
Pero canto aún con temblorosa voz-
“¡Buda!”
Una hoja de hierba
puede soportar gotas de rocío,
¡no fragmentos de vidrio roto!
“¡Dharma!”
Una hoja de hierba puede soportar gotas de rocío
¡pero no pedazos de metralla!

sábado, 22 de octubre de 2011

zaindu maite duzun hori, Ruper Ordorika





Iritzi helduak, uste haundikoak,
Gure herriaz.
Goiz eta arrats berriketan
Gure herriaz.
Nik ere nahi nituzke
Halako segurtasunak eduki.
Baina, gauzak zer diren,
kontuak ez zaizkit ateratzen ongi.
Hori suertea
Nonnahikoak diren hoiena!
Sasi guztien gainetikan
Dabiltza hegan.
Inork ez zidan esan
Euskaldun izatea zein nekeza den,
Hobe nuela hautazea
Munduko hiritar izatea.

Kantu leunak
Nahi nituzke jarri.
Eguzkia
Ainubian denari.
Zaindu maite duzun hori.
Hala esaten didate:
Zertan zabiltza maite kontuetan?
Elkarbizitza jokuan
Eta zu, berriz, bertso ttikietan.
Kantu leunak
Nahi nituzke jarri.
Eguzkia
Ainubian denari.
Zaindu maite duzun hori.
Zaindu gorroto duzun hori.
Zaindu...




Opiniones sensatas, de plena confianza,
Sobre nuestro pueblo.
Por la mañana y por la tarde hablando
De nuestro pueblo.
Yo también querría
tener semejantes seguridades.
Pero, lo que son las cosas,
las cuentas no me salen tan bien.
¡Menuda suerte
La de esos que son de cualquier sitio!
Por encima de todas las zarzas
Andan volando.
Nadie me dijo
Qué dificil es ser euskaldun,
Que más me valía elegir
Ser ciudadano del mundo.

Cantos suaves
Querría poner.
Al que es sol en Ainubi.
Cuida eso que amas.
Me han dicho así:
¿Cómo andas con asuntos de amor?
La convivencia en juego
Y tú, sin embargo, con versos pequeños.
Cantos suaves
Querría poner.
Al que es sol en Ainubi.
Cuida eso que amas.
Cuida eso que odias.
Cuidalo...


Letra de Joseba Sarrionaindia

viernes, 21 de octubre de 2011

kynikós




Pobre amigo mío, se pasa el día intentando convencerme de que me quede jugando con él, y yo de aquí para allá, perdiendo el tiempo con mis cosas. No sé cómo tiene tanta paciencia.

miércoles, 19 de octubre de 2011

el comulgatorio, Manuel Vilas





He vuelto al trabajo, aunque para nada estoy curado, para nada...




EL COMULGATORIO


Es posible que no conozcas demasiado las afueras de Zaragoza:
ese mundo ambiguo, fronterizo y misterioso.
Ya no son suburbios las afueras.
Son un combate lento entre el ladrillo y la tierra,
entre el asfalto y el erial,
entre la farola y la luna.
Entre muertos y vivos.
Entre santos y pecadores.
Entre gladiadores y cristianos.

Más allá de Torrero, más lejos del Actur,
allá donde los efluvios del Carrefour terminan,
más allá de Las Fuentes,
hay un mundo de calles asfaltadas con fantasmas
que terminan en huertas sin frutos
y acequias sin agua,
de bares al lado de escombros desesperados
que dejan ciega la mirada,
bares desolados, de casetas de campo
junto a grúas recién puestas,
de albañiles tristes que hablan en rumano,
convertidos más tarde
en locos vampiros llenos de luz con baterías muy baratas,
todo es barato en este reino mío,
de neumáticos torturados,
de pequeñas tiendas que despachan pan industrial
y golosinas calientes.

Las afueras son también un reino de juventud:
allí es donde los jóvenes de treinta años tienen su futuro,
su piso y su larga deuda con los hombres viejos.
Porque los hombres viejos tienen el poder y la nada,
tienen las leyes y el dinero, y mujeres viejas, a quienes
ya no se follan -porque todo es una mentira inabarcable-
y son dueños de los techos, de las paredes,
de la domesticación del frío,
del pegajoso frío.

Allí les esperan dorados domingos para disfrutar
del salón de diecinueve metros cuadrados,
de la cocina de siete, del "dormitorio-suite" de diez,
así lo llamó el constructor el día de la firma del contrato,
de la plaza de garaje que protege del bárbaro viento
de los desmontes recién urbanizados a un Corsa del 87,
y de las magníficas vistas a la autopista de Barcelona.
Mira esas vistas, cariño,
mira ese ardor del sol contra nosotros,
mira cómo nosotros acabaremos como ellos,
como esos tipos que nos han vendido esta mierda,
cómo seremos leña roja y almas baratas,
así que deja que te lo haga todo esta noche,
es lo único que tenemos. Deja que me coma
lo que ellos no tienen: tu carne blanca y dulce
y que apague
tus gloriosas ganas de follar. Es nuestro reino.

Cuando llege el insomnio, que llegará, cuenta,
para no volverte loco, amor mío, cuenta el número
de coches que pasan
a doscientos kilómetros por hora
(provistos de aparatos
altamente sofisticados que detectan los radares
de las baratas autoridades policiales españolas)
en madrugadas tan insignificantes
como las golosinas que venden en la tienda de la esquina.

Amor mío no puedes dejar tu trabajo, amor mío
si quieres follamos hasta morir, pero por favor
no dejes tu trabajo.



Manuel Vilas, Calor, Visor Libros, Madrid, 2008

martes, 18 de octubre de 2011

tres poemas de René Depestre





El neumático incendiado
A Laënnec Hurbon
A Hans Christophe Buch

¿Conocéis la receta del tío Lebrun?
buen solomillo de haitiano a la plancha,
entrecot con patatas de nigromantes,
ola de historia humana azulona
de tanto sangrar en leña de infamias.
Haitiano-bistec viviendo el infierno
en un tercio de isla donde circula el destino
lejos de los convidados a la comedia,
sometidos los músculos, subastados en el templo
de los mercaderes negros y blancos de la globalización.
¡En el país primer productor mundial
de desdichas y de zombis,
voto en contra el neumático incendiado,
en contra del espacio y del tiempo locos
que nos hace la llama del tito Lebrun!
Yo voto por Toussaint Louverture
en contra del eterno retorno del látigo a mi lomo.
Salgo huyendo del viejo
orden gemelo bárbaro/civilizado;
a todo correr dejo para siempre
la casa en llamas de las barbaries:
soy un matinal volver a empezar,
mi carnaval madruga para ir
a-votar-al-sol-de-un-arte-de-vivir-juntos.



Omisión de socorro a poetas en peligro

La ternura de los poetas viaja
en ballena azul alrededor del mundo:
ayudadnos a salvar esta especie
en vías de extinción.


Intemperies 99
A Pierre Tournier

Más allá de las viñas naufragadas
más allá de las casas reventadas
y de los sueños esfumados,
más allá de los ojos que todo lo perdieron,
más allá de las vidas que la lluvia humilló,
en la herida más viva del espíritu
la cicatriz va haciendo su obra de ternura:
los inocentes pájaros aprenden a cantar
de nuevo en el silencio de las gentes.
Lézignan-Corbières,
noviembre 1999









miércoles, 12 de octubre de 2011

mi barco. Raymond Carver






He estado fuera de juego algunos días por una avería en mi ordenador. Muchas gracias a todos por esperarme.


Mi Barco

Mandé hacer mi barco por encargo. Sale justo ahora
de las manos de sus constructores. Ya le he reservado un lugar especial
en el puerto deportivo. Va a tener unas cuantas habitaciones
para todos mis amigos: Richard, Bill, Chuck, Toby, Jim, Hayden,
Gary, George, Harold, Don, Dick, Scott, Geoffrey, Jack,
Pay, Jay, Morris, y Alfredo. Todos mis amigos. Ellos saben
quiénes son.
Tess también, desde luego. No iría a ninguna parte sin ella.
Y Kristina, Merry, Catherine, Diane, Sally, Annick, Pat,
Judith, Susie, Lynne, Annie, Jane, Mona.
Doug y Amy. Son de la familia, pero también amigos,
y les gusta divertirse. Habrá una habitación en mi barco
para todos ellos. ¡Hablo en serio!
También habrá sitio en mi barco para sus historias.
Para las mías y para las de mis amigos.
Para las cortas y para las que nunca se acaban. Para las reales
y las inventadas. Para las que estén escribiendo y para las que hayan acabado.
Y también para los poemas. Poemas líricos y narrativos, poemas oscuros.
Para mis amigos pintores, habrá pinturas y lienzos
a bordo.
Habrá pollo frito, carne para el almuerzo, quesos, bocadillos,
pan francés. Todo lo que nos gusta a mis amigos y a mí.
También tendremos una enorme cesta de fruta, por si alguien quiere fruta.
Por si alguien quiere contar por ahí que comió una manzana
o unas uvas en mi barco. Con sólo pedirlo,
tendrán todo lo que quieran.Toda clase de soda.
Cerveza y vino, seguro. A nadie se le negará nada
en mi barco.
Saldremos del puerto soleado y a divertirse, ése es el plan.
Se trata de pasárnoslo bien todos juntos, sin más. No pensar
en esto o en aquello, lo que tenemos que hacer o lo que hemos hecho.
Habrá cañas de pesca, por si alguien quiere pescar. ¡Los peces
saltan a la vista!
De hecho podemos hacercarnos a la costa un poco,
pero sin correr peligro, nada serio.
La idea es divertirnos sin llevar ningún susto.
Comeremos, beberemos y nos reiremos un montón en mi barco.
Siempre he querido hacer un viaje así,
con mis amigos, en mi barco. Si nos apetece,
escucharemos a Schumann en la CBC.
Pero si no resulta, pues nada,
sintonizaremos la KRAB y escucharemos The Who y los Rolling Stones.
Lo que les haga más felices. Puede que todos
tengan su propia radio en mi barco. Sea como sea,
nos lo pasaremos bien. La gente se va a divertir
y va a hacer lo que quiera en mi barco.



My Boat


My boat is being made to order. Right now it’s about to leave
the hands of its builders. I’ve reserved a special place
for it down at the marina. It’s going to have plenty of room
on it for all my friends: Richard, Bill, Chuck, Toby, Jim, Hayden,
Gary, George, Harold, Don, Dick, Scott, Geoffrey, Jack,
Pay, Jay, Morris, and Alfredo. All my friends! They know who they are.
Tess, of course. I wouldn’t go anyplace without her.
And Kristina, Merry, Catherine, Diane, Sally, Annick, Pat, Judith, Susie, Lynne, Annie, Jane, Mona.
Doug and Amy! They’re family, but they’re also my friends
and they like a good time. There’s room on my boat
for just about everyone. I’m serious about this!
There’ll be a place on board for everyone’s stories.
My own, but also the ones belonging to my friends.
Short stories, and the ones that go on and on. The true
and the made-up. The ones already finished, and the ones still being written.
Poems, too! Lyric poems, and the longer, darker narratives.
For my painter friends, paints and canvases will be on board
my boat.
We’ll have fried chicken, lunch meats, cheeses, rolls,
French bread. Every good thing that my friends and I like.
And a big basket of fruit, in case anyone wants fruit.
In case anyone wants to say he or she ate an apple,
or some grapes, on my boat. Whatever my friends want,
name it, and it’ll be there. Soda pop of all kinds.
Beer and wine, sure. No one will be denied anything, on my boat.
We’ll go out into the sunny harbor and have fun, that’s the idea.
Just have a good time all around. Not thinking
about this or that or getting ahead or falling behind.
Fishing poles if anyone wants to fish. The fish are out there!
We may even go a little way down the coast, on my boat.
But nothing dangerous, nothing too serious.
The idea is simply to enjoy ourselves and not to get scared.
We’ll eat and drink and laugh a lot, on my boat.
I’ve always wanted to take at least one trip like this,
with my friends, on my boat. If we want to
we’ll listen to Schumann on the CBC.
But if that doesn’t work out, okay,
we’ll switch to KRAB, The Who, and the Rolling Stones.
Whatever makes my friends happy! Maybe everyone
will have their own radio, on my boat. In any case,
we’re going to have a big time. People are going to have fun,
and do what they want to do, on my boat.


Raymond Carver. Todos Nosotros. Bartleby Editores. Madrid. 2006