Un Cuarto Cerrado
Cuando el hombre de la gallina muerta en la entrepierna golpeó al Guardia Civil que le pedía de mala manera el carné de identidad, no esperaba, muy seguramente, ir a la cárcel. Cuando ingresó en presidio, desesperó al instante de salir de allí. Ahora que está fuera, ha comprendido que todos vivimos en una prisión, más grande o más pequeña. Y dice que más vale no esperar nada de la vida, ya que es un cuarto cerrado.
Pedro García Olivo, Desesperar, Iralka Editorial, 2003
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