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lunes, 23 de agosto de 2010



hasta hace poco tiempo yo quería ser escritor, entonces escribía cosas como ésta que iré publicando aquí en días sucesivos.






SALIDA




“No se puede salir cuando se ha entrado”
CIUDAD DEL HOMBRE: BARCELONA, José María Fonollosa







Entrada

Abres una ventana: es medianoche. Un vaho de soledad asciende hacia ti desde la calle. La leve luz de una farola permite que tus ojos diferencien algunos objetos de entre las sombras de tu escritorio. El ordenador, enfrente, aparece silencioso y metálico, destila una luz muerta. Arrastras los pies hacia tu dormitorio guiado en la semipenumbra por el débil brillo de la farola. De camino, se te derrama un poco de agua del vaso que tiembla entre tus dedos. Lo que más te gusta de esta vida es dormir, mientras duermes no perteneces a nadie, aunque estés soñando que eres un esclavo. Son una orgía de libertad los sueños. Hasta las pesadillas te liberan. El hombre debe tener derecho a dormir cuanto quiera y en el momento que le apetezca, sueles decir. Pero lo que te colma de placer, cuando realizas esa necesidad fisiológica, es sentir la prosaica sensación física, entre afligida y sana, que hormiguea en cada una de tus células al abrir los ojos y morir como durmiente. El umbral de un sencillo y amplio dormitorio, una música que se parece al silencio y un dulce olor a manzana. La persona que deseas, que idealizas, te dice: “Entra”.

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