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lunes, 30 de agosto de 2010



Salida

1

Toda puerta de salida es a su vez una puerta de entrada
Entro y salgo de mí

en ti


Te arropas en la cama, hasta la cabeza. Después te descubres un poco (desconfiado, nervioso), sacas un brazo, coges el móvil de la mesita de noche, le levantas la tapa (su luz azulona destiñe la negrura a tu alrededor, destacando las cosas como bultos fantasmales) y alzas la vista: SALIDA, lees el cartel fotoluminiscente que hay sobre la puerta de tu dormitorio. “Pero, ¿por qué duermo solo? ¿Dónde está mi mujer…? ¿Dónde están mis hijas y los perros?”, te preguntas. Miedo y miedo al miedo. Un olor dulce y nauseabundo, mezcla de fruta podrida y animal en descomposición, va corrompiendo la atmósfera lentamente. Fonemas eléctricos (parásitos encadenados) te roen el cerebro y giran continuamente buscando una salida. Se distorsiona tu imagen, se despieza. No hay tiempo de escapar de ni de ocultarse en, de la poesía no queda ni la prosa.


2

Suena el despertador. Despierto. Mi mujer duerme a mi lado. La habitación, en semipenumbra; quietud, débil luz filtrada y viento lastimero que se cuela por entre las rendijas de la persiana: densidad de la vida que también se acaba mientras dormimos. Amanece. Hace un día para que me quieran como si hubiera vuelto de un letargo profundo, como si hubiera revivido. Un día para no salir de la cama, para que me susurren, a un tiempo, en ambos oídos; un día (risa lacerante, dolor suave) para atrapar la belleza entre las sábanas.






“… y encima de una de las puertas tapadas con cortinas de terciopelo rojo
de Harry’s hay un cartel, y en el cartel, con letras que hacen juego con el
color de las cortinas, están las plabras ESTO NO ES UNA SALIDA.”
AMERICAN PSYCHO, Bret Easton Ellis

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