
Comer cerdo es, para mí, un asunto solemne,
pues al comerlo como a mis antepasados,
como las tierras en que trabajaron.
Trabajadores sucios, cuatreros, borrachos insensatos,
libertinos, brutos,
en mi sangre los revivo.
Si añado ajo a mi plato de cerdo
es en memoria de aquel que se hizo sacerdote,
abandonó la tierra, marchó a la ciudad,
cambió su nombre, sin que jamás volviera a oírse de él.
Poesía Minimalista Norteamericana. VV. AA. Los Libros de Orfeo. Buenos Aires.1996
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