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viernes, 22 de febrero de 2013

mediterráneo de ida y vuelta. Bernardo Santos




























Mal pagados obreros marroquíes
-nunca sabremos cuantos muertos en accidentes de trabajo-
han sembrado las zanjas de sudor, las soldaduras,
completando ya el gaseoducto y también el beneficio
de la empresa española que negoció el contrato.
Millones de años de bosques fluyen ahora por el tubo.

El gas azul viaja ya bajo el estrecho
y trae recuerdos argelinos, rifeños,
las formas del carbono
que van a ser quemadas en térmicas de Huelva o Puertollano.

La muerte del gas no será en inútil.
Sustanciosos kilovatios regresarán por el cable de Tarifa
hacia las polvorientas bombillas africanas.

Se cierra el círculo. No hay problema.
Si alguno quiere venir a comprobarlo
la guardia civil le enseñará -ferry mediante-
que el paraíso es cuestión de latitud del parto.






Bernardo Santos. Con el paso cambiado (nuevamente). Ed. Baile del Sol. 2013



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